Este nombre surgió a raíz del movimiento cinematográfico denominado "Dogma". A pesar de ello —quiero dejarlo claro—, aprecio muchas de las películas que surgieron bajo aquella etiqueta, porque de eso se trataba: de etiquetarse, de vender un producto técnicamente pobre y hacerle un hueco en el panorama dentro de una operación de marketing como otra cualquiera, al margen del valor artístico que poseyese. Sin embargo, no me gustan los dogmas, de nigún tipo, y también rechazo ajustarme a norma alguna, al menos en lo referente a la creación artística. Cuando vi Los Idiotas por primera vez me pareció una gran película, y hoy día me sigue pareciendo buena, pero hay un detalle en la misma que no soporto: los planos en que asoma por uno y otro lado el micro, algo tan fácil de corregir, que se ajusta a las reglas de este movimiento y que al mismo tiempo, de cierto modo, en mi opinión, las contradice, rompiendo la naturalidad que implícitamente persigue. Siempre pensé que todos o parte de sus gestores acabarían por saltarse sus propias normas en cuanto se les diese presupuesto para ello, y parece que acerté a tenor del cine que realiza Lars Von Trier en estos momentos... En fin, que nada de dogmas y sí libertad para valerse de todos los medios a nuestro alcance. |